Lucía era una maestra en la cama: deleitosa, delictiva, acuciosa,
putísima y azorrada (cuando se lo proponía). Para el gusto de Ernesto era delicada,
tierna, profunda y original.
De orgasmos agitados o tiernos, según se le estimulara. Imaginativos,
maravillosos e inolvidables...
De humedades y humedales, donde la vida y las ganas se
mezclan.
De cuentos dichos o imaginados, para nada escritos en las mil y una noches,
posibles con Lucía.
El mundo secreto de Lucía es hermoso. No hay diferencia
entre la Lucía pública y “Lucy”, como la nombraba Ernesto en la intimidad.
Lucía es coherente y maravillosa. Mujer inteligente,
apasionada y apasionante...
Tan erótica en la cama como en el trabajo
Tan apasionada con una pintura como en una caricia
Tan vehemente con un trabajo que le gusta como con un beso
profundo...
Tan aventurera con un proyecto de oficina como con una cita
clandestina detrás de su puerta
Quien esté al lado de Lucía,
si no le lee así, jamás tocará su alma...
Será un ser cercano, pero no cómplice, conocido pero no
amalgamado
*Adaptación de un texto que un “Ernesto” le escribió a una “Lucía”.
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